Siempre hubo Dioses,
Jueces, Inculpados y verdugos,
y manos acecinas,
desde los tiempos de Caín.
Y los dioses desoyeron mis ruegos,
dejaron perderse mis palabras
en la espesura del silencio,
y se hicieron peregrinas
detrás de una oración.
Y los recuerdos me condenan
a esperas fatigosas
perpetuas, incontenibles,
encadenado al olvido
de sus ojos color miel.
Y es mi verdugo el tiempo,
que cercena mis deseos ,
mis ambiciones de estrecharla,
de poner entre mis manos
la tibieza de tu piel.
Y mis manos que envejecen ,
matando lentamente las horas
dibujando mis ideas,
reflejando mis dolores
en la llanura de un papel.
MAXIMILIANO:
Jueces, Inculpados y verdugos,
y manos acecinas,
desde los tiempos de Caín.
Y los dioses desoyeron mis ruegos,
dejaron perderse mis palabras
en la espesura del silencio,
y se hicieron peregrinas
detrás de una oración.
Y los recuerdos me condenan
a esperas fatigosas
perpetuas, incontenibles,
encadenado al olvido
de sus ojos color miel.
Y es mi verdugo el tiempo,
que cercena mis deseos ,
mis ambiciones de estrecharla,
de poner entre mis manos
la tibieza de tu piel.
Y mis manos que envejecen ,
matando lentamente las horas
dibujando mis ideas,
reflejando mis dolores
en la llanura de un papel.
MAXIMILIANO:
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