jueves, abril 26, 2007



La virilidad emerge mustia,
entre sábanas sucias,
del burdel entristecido,
donde mujeres gruesas,
remilgan sus miserias,
con hilos decadentes.
Una voz de tango,
una queja fingida,
y una risotada suelta,
se trenzan en el aire,
y se vierten en copas angustiosas,
Las luces destilan de las paredes
mezquinamente tenues,
esconden el rostro
envejecido de las meretrices,
y resaltan
los visos satinados de sus ropajes.
Los apetitos, clausuran los ojos,
las manos buscan un camino a tientas,
la mente ausente
entrega el rumbo al instinto
que se sumerge en un retozar voluptuoso
Desciende de la cima,
de un clímax sugerido,
baja violento, racional, despabilado,
sin el deseo de besar
esa boca gastada de besos ajenos.

Un escalofrío recorre su desnudes,
donde la pasión a dejado
un pobre garabato de amor
Tristemente dibujado
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