lunes, agosto 13, 2007

ME CONTARON

Mario Flores Figueroa


Supe Señor sin quererlo,
que tus pies
anduvieron descalzos en esta tierra,
que fuiste niño y jugaste como todos,
y creciste sin azotes ni abandonos.

Supe Señor, que los hombres
te siguieron como ovejas agrupados,
que sanaste sus males sin remedios,
y multiplicaste sus panes y pescados.

Me contaron Señor, que te juzgaron,
por amar a los hombres demasiado,
que con agua se limpiaron de sus culpas,
que en tu espalda pusieron sus azotes
y con espina tu frente coronaron.

Alguien me indicó Señor que una mañana,
en un huerto oraste desde temprano,
que bebiste la copa amarga de las culpas,
y que en sangre tu sudor fue transformado.

Me relataron Señor que caminaste,
hasta el Gólgota cargando un gran madero,
que caíste muchas veces en la senda,
y que a golpes de látigo te alzaron.

¡Ay Señor, tanto mas me han dicho de esa tarde,
cuando a la sombra del Calvario te llevaron,
que esas manos que sanaron tantas llagas,
fueron horadadas Señor, por unos clavos ,
que expusieron tu cuerpo desnudo,
y tus pie también fueron clavados.

Señor, yo no comprendo, pero así me lo dijeron,
que los que antes te seguían,
los que comieron del pan multiplicado,
los que sanaste, los que fueron tus discípulos,
los que amaste y te amaron…
no fueron Señor a ofrecer
por ti sus pie y sus manos,
ni a detener el brazo del soldado,
que abrió una brecha en tu carne,
ni a calmar la sed de tus labios.

Seños me contaron que no maldijiste,
que no lloraste ante tanto dolor y desamparo,
que aun así tuviste amor en ese instante
para perdonar a los hechores despiadados,
no preguntaste por los tuyos,
ni reclamaste nada
hasta que tus ojos se cerraron.

Señor, lloré con el relato,
y pensé que habría hecho si allí hubiese estado,
si te hubiera defendido,
si hubiese arrancado,
no lo sé….

Pero hoy que te contemplo de otros siglos,
y se que hoy como ayer tu sufres,
que te hieren con otros latigazos,
la indiferencia de los que dicen que te aman,
los que se esconden de tu amor inacabado,
que son clavos en tus pie los que te niegan,
que son espinas en tu frente sus pecados,
y mis faltas Señor también te hieren.

Yo no logro comprender tal desatino,
de tenerte y no amarte como nos has amado,
de saber que eres tu Señor el que me mira,
desde el fondo de los ojos de mi hermano,
que eres tu Señor el que me abraza,
cuando me siento solo y desamparado.

Si alguien me dijo, Señor que hoy tu vives,
soy yo Seños el que te sabe vivo,
por que te veo en la boca del sediento,
y en la oración ferviente que te elevo,
por que ahora cuando canto una alabanza,
se me escapa una alabanza sin desearlo,
por que ahora Señor que te evoco,
puedo sentir Señor que me has tocado..

MAximiliano.
>