martes, octubre 25, 2011

Asechanzas


Rondo el corazón ajeno,

como un astro fuera de orbita,

con los ojos rotos de esperanzas,

y la tristeza estacionada alma afuera.

Cubro mis frustraciones con las manos

y callo mi silencio con palabras

me arropo con noches australes

repletas de constelaciones escarchadas.

Deambulo cerca del corazón ajeno

deseando un hallazgo distinto

una emoción transparente

una vieja ilusión arrojada por cualquier mano.

Pero sólo soy estéril sombra cayendo

sobre desamparadas orillas,

soy el vértice agudo de la espada

que rompe tontamente y visceral.

¡Que de mi! en este afán de ser sin ser,

de querer entre lo nunca deseado,

de morir en cada cadáver

y renacer en el vórtice del tiempo.

¡Que de mi! en esta travesía que arredro

en este periplo sin retorno

donde yacerá mi espíritu impúdico

herido y finalmente derrotado.

Invierno

El invierno se derrumba en aguaceros,
estoy en Chillán, Chile,
en un punto equidistante entre el frio y el silencio.
En este país singularmente largo,
donde ahora los poetas caminan por las calle
y escriben versos de lluvia.

Este día los horarios me son indiferentes,
y no sé si vivo o solo asisto a la existencia,
más aun, entre tanta lluvia y tanto poeta que le escribe.
responsos estereotipados al viento.

Estoy en la tierra de Nicanor Parra,
donde Gonzalo Rojas se deshojó en palabras,
donde Sergio Hernández caminó diariamente hacia el mercado…
y otros cientos de poetas se agolpan escribiendo.

Estoy en Chillán,
en el llano abierto que miran los cóndores
en las laderas poniente de los Andes
cerca de mar y en medio de todos
aguardando,
mientras me riega la lluvia del invierno.
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