jueves, mayo 10, 2007

Distante del perfil de la tarde,
: una mano macilenta,
: desata la pereza,
: descorre el velo de los ojos,
: y desabrocha los cerrojos,
: de los mundos vespertinos.
Expone dispuesta al beso de la luna,
: un cuerpo desangrado de fuerzas,
: que pálido y taciturno,
: se derrama angustioso.
: Y la mano macilenta,
: que se vigila en sus propios afanes,
: inyecta suicida,
: un poco de tinta
: para que escriba
: en la página oscura de la noche,
: sin querer ver
: que en la punta de la aguja
: se va otros trozo de vida
: fin

MAximiliano

domingo, mayo 06, 2007

Canta el zorzal
escondido en el ramaje,
lo busca el ojo
del cazador artero,
que esconde
la certera piedra entre sus manos.
Secretamente sus pies pisan
sobre las hojarascas y los pastos secos.
El silbido de su canto se eleva,
sobre el arrebol de la tarde que desciende.
Cancionero se empina
sobre la rígida vara ,
y perfila sus trinos
sobre la tarde de sombras heridas.
Y el cazador se arrima
hurtando su tétrica figura
de los ojos negros que deliran
en el gorjeo final del día.
Rasga el aire como un puño certero,
el peñasco dirigido
por las hábiles y mañosa manos
La tarde termina de caer en silencio,
a lo lejos un hombre silva contento,
su canto es torpe,
y su alegría
es el llanto contenido de la noche
en el rocío.

MAximiliano....
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