viernes, abril 25, 2008

: ATARDECER



: Sigilosa la tarde como siempre,
: acalla la vida y despierta el silencio,
: y entre las hierbas azotadas de soles,
: la oración de los grillos se enciende.
: .
: En los panales oran en enjambre,
: las abejas que vigilan sus mieles,
: a un susurro de la brisa vespertina,
: todo en reposos se detiene.
: .
: Entre la fragancia de hierbas y oraciones,
: surges avasallando el entorno que se duerme,
: nardo blanco que perfumas mis tristezas,
: azucena frágil serena y alegre.
: .
: Te viertes sobre mi luz apagada,
: sobre la palidez de la tarde dormida,
: cierras los rojos claveles que en mi alma
: se han abierto en esperas perdidas.
: .
: Te haces lamento en mis viejas llagas,
: y hoguera en mis frías soledades,
: escondedero si me asolan las tristezas,
: hambre y ansiedad en mis deseos.
: .
: Los grillos terminan sus rezos
: y las abejas sobre sus mieles se duermen,
: en el hechizo de la noche que me atrapa,
: tu respirar y el mió se confunden.
: fin

MAXIMILIANO.
: Estoy contrito de silencio,
: lo sujeto entre mis manos,
: como un sostenido y trágico puñal
: que hiere mi voz y mis labios.
: .
: No asoman mis voces,
: no habla clara mi lengua,
: un cerrojo de tristeza la enmudece.
: .
: Cuando las palabras
: emigraron de mi boca,
: las ahogó el mutismo frió
: de tus ojos claros,
: el severo e indiferente sonar de tu silencio
: clausuró todo anhelo.
: .
: Para que quiero mis palabras,
: para que mis voces,
: si no serán tuyas.
: .
: Una quietud insana
: modera mis encendidos escarceos
: y ya no soy más que silencio
: devorado por tu propio silencio
: fin

MAXIMILIANO.

lunes, abril 07, 2008

Ven, trae tus palabras
las frases consabidas,
y los te quiero
fabricados a fuerza de costumbre.


Ven, trae tus insípidos besos,
cargados de consuelos,
trae tus miradas,
lánguidas y fijas
indeterminadas casi indiferentes.



Trae ahora
una noche como aquellas,
fogosa y dilatada
apresuradamente larga,
sin amaneceres
sin hambres,
ni agendados despertares.


Ven ahora,
con esa porfía tuya
de querer amarme
para espantar tus tedios
ahora que todo es insufriblemente necesario
para espantar tristezas
y cesar llantos.

---
MAXIMILIANO.
Tengo lo que es mío,
nada tuyo queda,
se lo llevo el tiempo,
se fue junto con el silencio que sembró tu boca.
Martillan sobre las horas los momentos que me sobran,
los que inevitablemente invertía
en contemplar tus ojos.
en escuchar tus palabras aceleradas,
tomar tus manos,
en callarme las palabras que no quisiste hacer tuyas.

La soledad, es un herida vieja
que se abre de cuando en vez,
que sangra y vuelve a cerrarse,
es una boca muda que grita,
en un tácito lenguaje que nadie escucha.

Nada y todo es lo mismo,
una lágrima rodando,

una búsqueda nunca iniciada,
una espera detenida
y una necesidad inmensa de no amarte.

Todo cabe en un verbo que nunca sabré conjugar,
olvido es la palabra,
pero con solo nombrarla vuelvo a recordarte.
-
MAXIMILIANO.
Siempre hubo Dioses,
Jueces, Inculpados y verdugos,
y manos acecinas,
desde los tiempos de Caín.

Y los dioses desoyeron mis ruegos,
dejaron perderse mis palabras
en la espesura del silencio,
y se hicieron peregrinas
detrás de una oración.

Y los recuerdos me condenan
a esperas fatigosas
perpetuas, incontenibles,
encadenado al olvido
de sus ojos color miel.

Y es mi verdugo el tiempo,
que cercena mis deseos ,
mis ambiciones de estrecharla,
de poner entre mis manos
la tibieza de tu piel.

Y mis manos que envejecen ,
matando lentamente las horas
dibujando mis ideas,
reflejando mis dolores
en la llanura de un papel.

MAXIMILIANO:

jueves, abril 03, 2008

Tropiezan los ojos
con el brillo locuaz de los espejos
que ahuecan las paredes ciegas.
Violan dócilmente los entornos,
las voces se reflejan
en los ecos del vacíos.
Divago buscando una imagen suelta
una palabra tuya
en los dobleces de la memoria.
En vano hurgan las luces
los rincones,
Cuesta dimensionar,
la soledad que ahora me abriga.

MAXIMILIANO.
>