lunes, diciembre 15, 2008

DESCONOZCO MIS RUMBOS

Desconozco mis rumbos,
y sin brújula ni astrolabio,
viajo por lugares marginales,
por el filo de abismo,
por arenales del silencio,
por laderas del olvido.
 
Me pierdo en los ojos profundos de los lagos,
o en la boca de los cráteres callados,
me sumerjo de pronto y sin desearlo,
en las lágrimas de los pueblos originarios,
que agonizan en las riveras de la historia.
 
Me despierto cualquier mañana,
apegado a la corteza de un pehuén herido,
bajo el alero de la choza de un pehuenche,
o en las praderas que se ahogan
bajo la represa del gran río.

Desconozco a veces mis rumbos,
son tan impredecibles mis sendas,
y tan inverosímiles mis andares,
que la muerte me saluda muchas veces,
desde los bosques que se talan clandestinos
desde los ojos de huemules desterrados,
desde reivindicaciones mapuches clausuradas,
desde el pan que le niegan a los niños.

lunes, diciembre 08, 2008

NOCHE

 
Todo el silencio me visita en esta noche,
y las horas se alargan despiadadas,
como un eco prolongado en el espacio
el frío amanecer se distancia.
 
Todo el tiempo ahora es mío,
toda la noche me pertenece,
cabalgo el corcel de las divagaciones,
y me adentro en un torbellino
de soledades vulneradas.
 
Me detengo caviloso en el tiempo,
sin querer oír los minutos que se marcan,
en compases de relojes anacrónicos,
que reptan este páramo de escarcha.
Reo en mis propios desvaríos,
me visitan mis tristezas desgastadas,
con sus flecos y guirnaldas de esperanzas,
que estiran esta terca soledad que se dilata.
 
No vino la luna a templar su plata en el estanque,
¡ No hay otra noche mas desolada que esta!
y no he sentido un silencio mas muerto,
ni un deseo mas intenso de esconderme
de mis perpetuos duelos y tormentos.
Una luz mortecina que me acompaña,
se diluye bajo el párpado de la noche,
el silencio es una anillo que estrangula,
y el frío, un puñal que despedaza.
 
Soy anónimo, ignorado imperceptible,
bajo este negro sudario acurrucado ,
tembloroso, por hielo que trasmina,
resignado esperando que amanezca,
para medir pasos a paso las distancias,
para extraviar en algún sendero mis tristezas,
para sepultar la noche que se acaba
en la profundas y frías cavidades
de mis luctuosas noche desoladas.
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