martes, noviembre 25, 2008

ME SOBRA VIDA...

Por la árida llanura de la tarde,
cabalga el tiempo resurgido de esperas,
una floja y delgada tristeza se descuelga,
de la terca esperanza que no muere.
El amor que nunca fue,
viene como eco a tocar los muros derruidos,
los vallados que ahora nada protegen,
páramo desierto,
hollado por manadas desbocadas
que arrasan y entristecen.
 
Me besa la brisa de la tarde,
la misma que se encallaba
en las dunas de tu pecho,
la que te rozaba
y cansada se apoyaba
en mi mano franca y generosa.
No asumo esta lejanía impresa
en las horas que se alargan,
entre la tórrida y absurda idea
de buscar una huella detenida,
en los caminos que trazaras en mi cuerpo.
 
Desemboca en el silencio este río de esperas,
en un delta que se abre
como un abanico por el que estilan mis angustias.
No siento útiles mis ojos,
que deambulan buscando tu mirada,
mis palabras que se desatan perezosas
y se derraman en tu búsqueda.
Me sobra vida, ahora que te marchas.

lunes, noviembre 24, 2008

CRONICA EN DOS ACTOS

Primer acto


La jarra abierta escupe sus aromas,
una desojada flor que absorbe la fragancia
se empapa viciosa y se dobla,
como si embriagada perdiera la cabeza.

El pestañeo de un candil se refleja,
en las paredes verticales de la pieza,
palidecen las sombras tenebrosas
a los golpes temblorosos de la llama.

Sobre la mesa la jarra aun bosteza,
y la flor ya borracha más se inclina,
no se advierte en el encuadre, sino silencio,
mientras engendra sus larvas la tristeza.

De un rincón del recinto se levanta,
una anónima silueta que se inclina
sobre la superficie mugrosa de la mesa
bebe con angustia el brebaje de la jarra,
y se oculta en un rincón de la penumbra.

Segundo acto

Un reloj desangra el tiempo de la noche,
sobre la mesa la jarra está volcada,
el candil anémico ya no alumbra,
se hace más profundas sombras.

La flor inerte apunta hacia la mesa,
la silueta yace en el suelo derribada,
crujen largamente los maderos de la pieza,
nada late, paso la muerte… todo es nada.

jueves, noviembre 06, 2008

QUE ME HACE AMARTE

Que me hace amarte, me pregunto,
mientras bebo otro sorbo de ausencia,
y escarmeno tus últimas palabras.

Que me hace amarte, insisto,
sin que entiendas la prolijidad de mis deseo:
de ser reo entre tus brazos
y sentirme prisionero sin indultos.

Ah!, si pudiera perderme en la madrugada de piel
y tropezar mis labio en tu anochecida boca,
Ah! Si pudiera encontrarle un sentido al amor
sin buscar en las palabras el aroma de tu voz..

Tengo el tiempo detenido en la concepción de este sentimiento
tengo las manos carcomidas por cansancio de la espera
y una sensación resignada que tu corazón sesga.

Calla! esa palabra que detiene el ímpetu de mis afanes,
Calla! esa voz que te miente no quererme,
Calla! ese deseo de irte a otras latitudes,
mientras yo me busco entre tus decepciones..

VENGO CON LOS OJOS CANSADOS

Vengo con los ojos cansados
de atravesar el hueco de las mismas ventanas,
de adsorber la brisa nocturna,
y ver la sombra de las estrellas.
 
Necesito ahora,
las bucólicas lunas de menguantes,
los ríos bramadores en las venas,
desaguar con los ojos los lagos australes,
y no sentirme vacío sin tus palabras.
 
Zozobro anclado en esta espera incontenida,
en este doloroso encuentro con la nada,
en la plegada e insuficiente luz que cada día,
me envuelve desde el cóncavo cristal de una lámpara.
 
Me sobra esta pasiva vida citadina,
este remilgo insufrible que no es vida,
estación parasitaria de mis días que se alargan y alargan
sin verterme por las cumbres andinas.
 
Me cuesta sobrevivir en este asedio sin tus ojos,
deseo una forma de sentirme liberado sin tus manos,
de escaparme por los torrentes de la lluvia,
fugarme en los ecos de los truenos,
de llorar amargamente sobre las praderas de tu nombre,
y sentirme dueño de las ásperas soledades que laceran.
 
Te quiero mía, ahora que te quiero,
mas allá de los eslabones que te atán,
de la intransigencia realidad que me aplasta,
Te quiero mía sin reservas
sin horarios sin tiempos controlados,
parar amansar juntos el viento y las nubes,
y romper la noche cuerpo a cuerpo
frente a la promesa de un beso…
debajo de una luna amarilla de invierno.
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